Asco

Comenzamos este recorrido emocional con las emociones protectoras.

Y de entre estas emociones protectoras, que funcionan en conjunto, con una de las menos comprendidas.

El Asco.

Probablemente sea una de las emociones, ya no menos comprendidas, si no menos asociadas con el mundo o cuerpo emocional.

Esto es así porque la vinculamos con el pensamiento, pensamos que lo que nos da asco es fruto de un sentimiento.

Sin embargo, el asco es una emoción protectora, un mecanismo del sistema nervioso para preservar a la biología.

De manera innata, cuando el asco se activa, el cuerpo reacciona ante los potenciales peligros percibidos a través de los sentidos.

Si no dejásemos que entrara la parte mental y observásemos las reacciones del cuerpo podríamos experimentar de manera clara y sana esta emoción.

Como ya hemos visto las emociones generan acción, si hiciéramos esta observación, sin pensamiento, podríamos comprobar como el cuerpo reacciona y se mueve para apartarnos de ese potencial peligro o amenaza.

Esto no resulta fácil en este modo mental en que estamos inmersos constantemente, que nos desconecta, en gran medida, de nuestras emociones.

Por lo tanto, si entendemos bien esta emoción podremos comprender la acción que realiza a través de la expresión corporal.

Es el movimiento que el cuerpo realiza de manera autónoma alejándonos de un lugar, persona o situación.

Observa como reacciona tu cuerpo, sin pensamiento, ante, por ejemplo, un mal olor y entenderás como te protege el asco de manera sana y natural a través de la acción.

Sigue dando prioridad al pensamiento y no comprenderás lo que el asco hace por ti

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